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lunes, 20 de febrero de 2012

O REI PERUCHO

Le quedaba excelente
Esta imagen es inigualable. El gran Pelé nada menos que luciendo la rojiblanca de Perú. Tras el partido con nuestra Selección en los cuartos de final del Mundial 70, Pelé le entregó su camiseta a Ramón Mifflin, así que es casi seguro que la rojiblanca que luce aquí sea del "Cabezón", quien después fuera su compañero en el Santos. Se imaginan ese mediocampo con Cubillas, Challe, Mifflin, Pelé y más arriba Sotil? Soñar no cuesta nada.

CUANDO LOS GRONES TENIAN BILLE

Balerio, bien "aceitado", corta el avance del "Coyote" Rivera. Al año siguiente el uruguayo pasaría al Cristal y se convertiría en una figura emblemática de los rimenses
Hoy Alianza Lima le debe a todo el mundo, y su dirigencia es una de las principales culpables de la crisis en la que se encuentra sumida nuestro fútbol. Sin embargo, hubo épocas en las que los grones tenían plata para regalar. Sino pregúntenle a Julio César Balerio, arquero del Deportivo Sipesa en 1993. En el Descentralizado de aquél año, Universitario se había coronado campeón y faltaba saber quién lo acompañaría a la Copa Libertadores, lo que se definiría en una liguilla de cuatro equipos: Alianza Lima, Sporting Cristal, Sport Boys y Deportivo Sipesa. El cuadro blanquiazul clasificó con un punto de bonificación, tras haber quedado en segundo lugar en el campeonato regular. La primera fecha, Cristal le dio una paliza al Boys (7-0) y Alianza derrotó 3-1 a los chimbotanos. Luego, Boys derrotó 4-3 al Sipesa y Cristal 2-1 a Alianza. La última fecha parecía de mero trámite para los rimenses, que enfrentaban a un cuadro norteño colero y sin puntos. Alianza derrotó en el preliminar 2-0 al Boys y en el partido de fondo, Sipesa hizo un milagro propio de octubre: empató a cero con Cristal y obligó a un partido extra entre estos y los grones, donde Alianza ganaría en definición por penales y clasificaría a la Copa. El milagro de los chimbotanos tuvo una poderosa razón: Alianza les había puesto un suculento incentivo verde encima de la mesa y salieron más motivados que nunca a la cancha. Pensar que ahora les deben un montón a empleados y jugadores. Los tiempos cambian.